martes, 17 de agosto de 2010

Recorrido en la red

Es un buen y recomendable divertimento, cuando se tiene tiempo y ganas. Oye, que a veces suele ocurrir que uno se despierta caluroso y con alguna que otra cosa fija, pendiente de aclarar. No se las razones de preguntarme por el chimpancé “Cheeta” y el que será de él, Jings, su nombre auténtico para sus fans. Pues ni corto ni perezoso, manos a la obra y circulando por la red, que tiene ya 76 añitos y vivito y coleando de lo cual yo me alegro, no cambiando su sonrisa pillina del blanco y negro en recuerdo de mi primera película en el Cine Goya, para ser más exacto, en su gallinero eufórico e infantilmente multicultural. Por cierto, en sesión de infantil, me costó una peseta con paquete pipas de “tranqui”, envuelto en un nada ecológico papel de periódico y, no digo el nombre para que no se me vete por puñetero.
Pero es que esta historia te da rienda a preguntarte por otros seres longevos y,¡záspitas!, aparece la tortuga Harriet, coetánea de Sir Charles Darwin, quien la adoptó allá por 1.835 en su hábitat isleño de Santa Cruz. Murió hace casi dos años y no pude asistir a su despedida y obituario. Curioso y científico es descubrirse en 1.960, que no era “tortuga” sino de sexo opuesto, vamos todo un apuesto Señor quelonio. ¡Descanse en paz!.
Y siendo riguroso y en honor a la verdad presente, que tenemos a Jonathan, natural de Santa Elena, la isla donde vacacionó a otra dimensión el bonapartisimo Napoleón. Él al igual de bello, también quelonio, sigue vivo según las fuentes recientes consultadas en este apasionante itinerario con sus 176 años, habiendo sido testigo de la coronación de ocho monarcas británicos. ¡Vivir para ver y que siga la tan ganada vida, todo un campeón!.
Lo de la “gamba”, he de reconocer me está dejando un poco fuera de juego, por lo buenas que están y lo afirmo sin ninguna connotación atractivo-sexual, sino mas bien por lo ricas que están las jodidas. Resulta que el ser vivo animal más viejo es una especie de gamba que se sigue proyectando en nuestros tiempos desde la época de los dinosaurios, entiéndase que la especie no se ha extinguido, ¡fíjate tú ¡. Pequeña pero dispuesta a superar cambios climáticos por llegar, interglaciaciones y lo que la Madre Gea quiera para su porvenir. Al hilo y por justicia no me quiero olvidar de la almeja, la almeja islandesa entiéndase el bivalvo con sus 450 años y, actualmente viva. Digo lo de islandesa y de dos conchas por diferenciarlo de alguna mente algo calenturienta que piensa en la “especie humana” y ÉL me libre de semejante pensamiento nada obsceno.
Y como ven va y va y va, el itinerario zoológico y con tintes animalistas avanzando en redacción, un punto. Que no me quiero olvidar de los vegetales, que también los hay de récord y para ejemplo, la secoya californiana del Parque Nacional de Redword con sus 115 metros de punta de copa a suelo ( esto es un despiste ¿qué tendrá que ver la altura con la edad?, pues lo que hacen en respuesta algunos políticos disfrazando la verdad ).
Que me refiero a “Methuselah”, el árbol vivo más viejo con sus 4.650 años, californiano también y de bautizo aborigen, vamos los auténticos y legítimos propietarios y mal llamados “indios”. Que lo conserven para las próximas generaciones, deseo mejor conservacionistas y apegadas al valor del medio, ese que generoso nos lo da todo, mereciendo RESPETO.
Y claro está no me puedo olvidar del “ser bípedo” dicen que humano aventajado. No me referiré a nuestros antecesores homínidos sino al actual, al “homo egoistus”, bien bautizado y definido por Pedro Angosto ( periodista sublime aunque republicano). Si, a ese “homo” contemporáneo y del que algunos nos queremos escapar por denominación de origen y, como ejemplo, los de la Plataforma “Prou” quienes una vez abolidas parlamentariamente las corridas de toros, siguen pasando por falsa y cínica conciencia animalista de los correbous mediterráneos de Catalunya y Valencia, siendo para ellos permisible, ¡ sucia jugada “egoistus”!.
Que me llaman a la puerta y con corte de inspiración, un atento hasta luego Lucas. Yo y no me gusta practicar el yoyeo me lo he pasado chupi, en este itinerario en la red; que lo compartas, depende de tu tiempo y sensibilidad. Por cierto, ¡ qué poco se lee y cuánto se deja de aprender!. Cariñosa lamentación.
Pedro Gallardo
Ciudadano

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