miércoles, 12 de septiembre de 2012

CAMPEONATO DE ESPAÑA ARMAS OLIMPICAS

Equipo Armas Olimpicas
Del 13  al 16 de  septiembre en el  C.E.A.R  de tiro olímpico JUAN CARLOS Iº, en las Gabias (Granada ) se celebra el Campeonato de  España de Armas Olímpicas, al que la federación melillense desplaza un total de 10 deportistas , que configuran los siguientes equipos

El equipo de pistola esta formado por :
Santiago Montis Val
Cristina Muñoz Cuadrado             

         El equipo de carabina esta formado por:
         Víctor Manuel Muñoz Bueno   ENTRENADOR
         Victoria Zarco Toledo
         Paula Zarco Toledo
         Yassin Maanan Laharyani
         Joaquín Jiménez Castillo
         Lydia Muñoz Bueno
         Arantxa Díaz Mohamed
         Laura Mizzi Ramirez

         Esta campeonato se ha estado preparando en Melilla trabajando en seco y en Granada en cinco concentraciones que se han celebrado desde febrero a septiembre es el primero para muchos de los carabinas  , y aunque no van con todo los entrenamientos que debieran van preparados y sus marcas son buenas, y con muchas esperanzas de estar en cabeza , y poder luchar por las medallas , presentamos tres  equipos , y los tres son de carabinas uno de Club Mosqueteros y los otros dos de las tiradoras junior federativas en el 3x20 , y en el tendido.
     Además Santi y Cristina se incorporan el día 8 para participar en el iberoamericano que se celebra en las mismas instalaciones, convocados por la nacional
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Los islotes españoles para Marruecos a cambio de una frontera civilizada para Ceuta y Melilla

Por:  12 de septiembre de 2012
España debería de estar interesada en entregar a su vecino las rocas volcánicas que posee a lo largo de la costa marroquí, pero como contrapartida tendría que lograr un saneamiento de la relación entre esas dos ciudades y su entorno marroquí.
Desde hace varias decenas de años España sabía que los islotes que posee a lo largo de la costa mediterránea de Marruecos carecían ya de valor estratégico. Sabe además desde este verano que son vulnerables.
HelicoMarruecos













A principios de mayo las primeras pateras atestadas de inmigrantes surcaron las aguas del archipiélago de Chafarinas, a 50 kilómetros al este de Melilla, y a mediados de agosto otros subsaharianos, llegados en barcazas o a nado, desembarcaron en el archipiélago de Alhucemas, a 90 kilómetros al oeste de Melilla y a un tiro de piedra de la costa marroquí. Es más, a finales de ese mes un puñado de nacionalistas marroquíes entraron corriendo en el Peñón de Vélez de la Gomera para plantar allí la bandera del reino alauí.

   Ante una oleada de inmigrantes o una marcha de nacionalistas marroquíes esos antiguos presidios son indefendibles por el Ejército español, que mantiene allí a pequeñas guarniciones, o incluso por la Guardia Civil, más apta a luchar contra la inmigración irregular. El ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, quería enviar allí a los guardias, pero una protesta marroquí le hizo renunciar a ello. Fue una primera cesión de soberanía.
   Estas rocas volcánicas están a la merced de los cambios de humor de las autoridades marroquíes que pueden mirar para otro lado cuando los inmigrantes irregulares tratan de alcanzarlas. Si Marruecos ha echado el resto para hacer fracasar el grueso de los asaltos de inmigrantes subsaharianos en Melilla, en Alhucemas ha sido, en cambio, negligente.
   Algunos en España sospechan, sin brindar la menor prueba, que Rabat dejó aposta que surgiera un problema migratorio para ayudar después a Madrid a resolverlo y presentar la factura en la próxima cumbre bilateral prevista para octubre. Recuerdan que el rey Mohamed VI ya chinchó al Gobierno conservador español, en julio de 2002, al enviar a un puñado de mokhazni (agentes de las fuerzas auxiliares) a tomar posesión del islote de Perejil, al que los marroquíes llaman Leila o Tourah, y que está cerca de Ceuta. Se quedaron allí seis días antes de ser desalojados por los boinas verdes españoles.
   Hubo un tiempo en el que los viajeros españoles podían recorrer esos islotes, pero hace ya muchos años que no es así a pesar de la belleza del paraje. Es además imposible hacer allí una inversión turística para edificar, por ejemplo, un hotel. Esas rocas volcánicas están, por último, en un limbo jurídico como lo subraya el profesor de derecho internacional público Alejandro del Valle. No pertenecen a ninguna autonomía, a ninguna provincia de España. Solo tienen hoy en día un pequeño valor sentimental para los que hicieron allí la mili.
   ¿Por qué no entonces deshacerse de ellas y entregarlas a Marruecos para ahorrar un poco, en tiempos de crisis, retirando a los soldados, y para suprimir un elemento de fricción con el vecino que las reivindica? Esta idea ya fue examinada por los gobiernos españoles en el siglo XVIII y XIX como acaba de recordarlo en EL PAÍS María Rosa de Madariaga, especialista de la historia de las relaciones entre España y Marruecos. En el siglo XX el general Franco también se lo planteó cuando entregó Ifni a Marruecos en 1969. Veinte años después Narcis Serra, entonces ministro de Defensa, se disponía a formular una propuesta en el mismo sentido cuando surgió un desencuentro, uno de tantos, con Rabat y renunció a haberlo.
   Incluso en el núcleo íntimo de los colaboradores de José María Aznar, el presidente español que expulsó manu militari a los marroquíes de Perejil, algunos eran en el fondo partidarios de regalar a Marruecos esos islotes tan latosos. Si no lo hicieron, me explicaron una vez cerrado el incidente de Perejil, fue para no crear un precedente, para que Rabat no se imaginase que se trataba de un primer paso antes de que España le entregue Ceuta y Melilla.
   Ambas ciudades son españolas no tanto porque España se instaló allí hace más de cinco siglos sino porque la gran mayoría de sus 160.000 habitantes quiere ser española. Lo quiere por un  montón de razones, porqué el disfrute de un pasaporte europeo facilita los viajes o emigrar a Europa, o porque viven en democracia. Los partidos políticos musulmanes, que en Ceuta y Melilla están en la oposición, no preconizan la incorporación a Marruecos. Hubo un tiempo en que pequeñas formaciones políticas locales pidieron la “descolonización” de ambas ciudades. Solo cosecharon algunos cientos de votos antes de desaparecer. Si un día resurgiesen y ganasen las elecciones sería difícil que el Gobierno español hiciese oídos sordos a su reivindicación.
   Estos argumentos sobre la opción pro española de los vecinos de ambas ciudades obligan a Madrid a extraer una conclusión dolorosa a propósito de Gibraltar. Mientras los llanitos, como se llama a veces popularmente a los habitantes de la Roca, no quieran ser españoles seguirán siendo británicos.
   ¿Qué se puede pedir a Marruecos a cambio de los islotes? Una normalización de la relación entre Ceuta y Melilla y su entorno marroquí, su inserción en el tejido económico del norte de Marruecos que ahora se encauza, casi exclusivamente, a través del contrabando. Supone, según las estimaciones oficiosas españolas, mil millones de euros al año de exportaciones, cerca de 1.500, según la aduana marroquí.
   Sanear la relación entre ambas ciudades y su entorno significa primero que las fronteras terrestres, las más transitadas de África, puedan ser atravesadas rápidamente y no se tarde unas tres horas como sucedió en Melilla este verano. Ambas fronteras son una vergüenza para nuestros dos países, pero más aún para Marruecos. Sus primeras víctimas son los inmigrantes marroquíes que regresan a su país de vacaciones o las porteadoras marroquíes que a duras penas sobreviven gracias al contrabando. Cargadas con sus pesados fardos, apelmazadas en los pasillos transfronterizos, golpeadas por los mokhazni, resultan, a veces, heridas y hasta alguna ha muerto por aplastamiento.
   Sanear la relación también quiere decir que Ceuta pueda disponer de una frontera comercial, de la que sí goza Melilla porque en su día lo solicitó Rabat, para que exporte e importar legalmente mercancías de Marruecos. Rabat se queja, con razón, del cierre de la frontera argelina desde 1994, y sin embargo mantiene parcialmente cerrada su frontera con Ceuta, en definitiva con un pedazo de Europa.
   No es además de recibo que las autoridades marroquíes estudien la construcción de un nuevo aeropuerto para Tánger/Tetuán sin tomar en cuenta a la vecina Ceuta. Francia, Alemania y Suiza explotan en común el aeropuerto de Basilea-Mulhouse-Friburgo. Suiza no es ni siquiera miembro de la Unión Europea. Es así como se practica la cooperación transfronteriza en Europa y de la misma manera debería hacerse en el norte de áfrica.
   Hubo un tiempo, hasta 1958, en el que el ferrocarril enlazaba Tetuán con Ceuta y en el que de esta ciudad salían autobuses para todo el norte de Marruecos. Hasta 1969 Melilla compartía su aeropuerto con Nador. Al desembarcar los pasajeros podían optar entre dirigirse hacia Marruecos o España. Hay que resucitar todo aquello y plasmarlo en un acuerdo escrito. Todos sacarán provecho de ello.
   ¿Aceptará Mohamed VI lo que algunos considerarán en Marruecos como una recuperación parcial, incompleta, de los territorios que “ocupa” España? Probablemente. Su abuelo, Mohamed V, es el artífice de la independencia del país y, poco después, de la conquista de Tarfaya. Su padre, Hassan II, amplió los límites del reino absorbiendo Ifni, el Sáhara. Él es el único rey que no ha arrebatado un solo pedazo de tierra. Lo intentó en Perejil, pero fracasó. Los islotes españoles le brindan una oportunidad de continuar la tradición dinástica cuando las turbulencias económicas y sociales se ciernen sobre Marruecos
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domingo, 9 de septiembre de 2012

Los cascotes del imperio

Aislados, sin comentido estratégico y convertidos en un problema potencial, España conserva los peñones e islotes del norte de África para evitar reclamaciones mayores de Marruecos

Amar Binauda, antiguo pescador de la zona, frente a la isla del Rey Francisco, en el archipiélago de las Chafarinas. / ULY MARTÍN
Hubo un tiempo fausto, hace ya casi un siglo, en el que en el peñón de Alhucemas los comercios eran numerosos y, cuando se abrían las puertas de la plazafuerte, los rifeños entraban para vender gallinas, huevos, frutas y verduras, cebada y carbón. En otro peñón, el de Vélez de la Gomera, había nada menos que cinco tiendas y tabernas, incluida una zapatería.
En todas las diminutas plazas de soberanía españolas a lo largo de la costa norte de Marruecos había empleados de Correos, aduaneros, maestros y fareros entre una población que, en Alhucemas y Vélez, superó los 400 habitantes, incluidos los presidiarios. En la isla de Isabel II de las Chafarinas, el más grande de los minúsculos archipiélagos españoles, rebasó los setecientos vecinos. Allí hubo hasta un casino y un pequeño hospital militar.
Amar Binauda solía vender pescado a los soldados cuando era joven. Amarraba su barca en la isla Isabel II y ofrecía su mercancía a los militares españoles. Disponía incluso de una casa de pescador allí. Su padre, antes que él, también tuvo negocios con la guarnición: era su carnicero. Pero eso fue hace mucho tiempo. Cuando las tropas de las islas aún se relacionaban con los pobladores de la costa más próxima: el embarcadero marroquí de cabo de Agua. Binauda tiene ahora 74 años y no habla nunca con los españoles. “Cada uno está en su sitio”, dice. “Con lo del Sáhara todo cambió. No hay relación”, añade refiriéndose a la toma de control por Marruecos de esa colonia española en 1975.
A lo largo del siglo XX, los enclaves perdieron utilidad militar y habitantes. 1970 fue el último año en que se dio a conocer el censo de población, ya casi todos militares a las órdenes de la Comandancia General de Melilla que ni siquiera podían llevar con ellos a sus familias. Aun así hace todavía cuarenta años el turista curioso podía recorrer esas plazas situadas en parajes de gran belleza. “El servicio postal de viajeros y mercancías lo asegura un vapor de la Compañía Transmediterránea que hace un viaje semanal desde Melilla (…)”, señalaba un opúsculo editado por la comandancia hace medio siglo.
Hace un siglo, en las diminutas plazas de soberanía había comercios, aduaneros, maestros o fareros 
“El viaje era barato, lento —duraba una semana— y en los barcos apenas había pasajeros”, recuerda un turista ahora octogenario que hace casi medio siglo se hinchó a leer libros durante la travesía. “En cada escala daba de sobra tiempo a bajarse y a dar una vuelta por el islote”, recuerda. Hoy en día las plazas de soberanía están vetadas a los civiles, excepto Chafarinas a los biólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y a los funcionarios de la Red de Parques Nacionales a la que pertenece. En las islas anidan más de dos mil parejas reproductoras de la gaviota de pico rojo, la segunda colonia mundial de estas aves, y en sus aguas nadan 9 de los 11 invertebrados marinos considerados en peligro de extinción.
Hasta hace una década seguía habiendo algún contacto entre los dos peñones y su vecindario marroquí. El suboficial enfermero destinado en Vélez se daba, por ejemplo, de vez en cuando una vuelta por el cercano pueblo de pescadores y hacía algunas curas. Alí, 30 años más joven que Beniauda, también recuerda que cuando era pequeño los soldados del peñón de Alhucemas se acercaban a la playa de Sfiha a jugar al fútbol con la gente del pueblo y a bañarse.
El peñón, donde se ubica la guarnición militar, está cerca de la costa, pero no tanto como para llegar a nado fácilmente.
Los otros dos islotes, isla de Tierra e isla de Mar, están, en cambio, literalmente pegados a la playa. Los escasos metros que separan la arena del peñasco más cercano, isla de Tierra, se pueden recorrer caminando. Apenas cubre. “Antes siempre íbamos allí a bañarnos o a coger mejillones o coquinas”, recuerda Alí. “Hay una parte muy resguardada del viento. Llevábamos allí a las ovejas en lancha y las dejábamos todo el invierno. Nadie nos ponía problemas”. La soberanía española de la isla no se hacía explícita en ninguna parte. Pero en 2002 todo cambió.
Los contactos entre los militares de los enclaves y la población marroquí se acabaron tras el incidente de Perejil
El conflicto del islote de Perejil dio al traste con esos hábitos. El enfermero ya no bajó al pueblo y los regulares españoles colocaron alambres en la isla de Tierra para impedir el acceso de los veraneantes. Perejil, del que los marroquíes se adueñaron el 11 de julio de 2002 y fueron desalojados por los boinas verdes españoles seis días después, no es una plaza de soberanía. Es una extraña tierra de nadie, según el acuerdo alcanzado hace diez años.
Desde hace una década los peñones han sido intermitentemente motivo de fricción entre Rabat y Madrid. La más grave se produjo, en junio de 2010, cuando el rey Mohamed VI pasaba unos días de descanso en un yate anclado en la bahía de Alhucemas. Se molestó por el vaivén de los helicópteros que desde Melilla abastecen a la guarnición del peñón a través del espacio aéreo marroquí. Pidió que se suspendieran los vuelos durante su estancia y Defensa accedió. Pero tardó en hacerlo, lo que suscitó la ira real.
En mayo pasado, los islotes volvieron a convertirse en un quebradero de cabeza para el Gobierno. Los inmigrantes habían descubierto una nueva vía de acceso a España. Llegaron las primeras cuatro pateras a Chafarinas que sacaron de su letargo a la guarnición allí destinada. A finales de agosto, los inmigrantes alcanzaron, probablemente a nado, la isla de Tierra de Alhucemas.
La alarma se disparó en el Gobierno español, que quería impedir que esta nueva vía se convirtiera en un coladero. Solo se podía hacer con la cooperación del país vecino. Dejar a los subsaharianos en el islote o enviarles a todos a Melilla o a la Península, como exigían, hubiese sido “una declaración de que el territorio español estaba abierto”, se justificó el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo.
“Los peñones son el punto por donde puede saltar la carrera que destroce la carrera”, explica un mando militar
Para evitarlo el Gobierno se saltó la Ley de Extranjería, según numerosas ONG de Derechos Humanos empezando por Amnistía Internacional y el Comité Español de Ayuda al Refugiado. La ley obliga a incoar procedimientos de expulsión individuales con todo tipo de garantías incluida la asistencia de un letrado. Si los subsaharianos hubiesen entrado en Melilla o en la Península se les habría aplicado, pero no en los peñones donde “la soberanía española es menos protectora”, ironiza un diplomático. Aun así el PSOE respaldó al Gobierno.
Los peñones son España, pero una España algo particular. Alborán pertenece administrativamente a Almería, pero los otros siete islotes (archipiélagos de Alhucemas y Chafarinas y el peñón de Vélez) tienen “un indefinido estatuto interno”, según el catedrático Alejandro del Valle. “Están complemente fuera de la organización territorial del Estado” porque no forman parte de ninguna provincia, subraya en un artículo publicado por el Real Instituto Elcano.
“Se trata de territorios que no figuran explícitamente como “españoles en ningún texto relevante”, prosigue el catedrático. “Este vacío regulador provoca incertidumbre en muchos ámbitos: el reconocimiento y delimitación de espacios marinos y de aguas jurisdiccionales o de seguridad, la jurisdicción interna española aplicable...”. Estas “posiciones avanzadas, verdaderas atalayas de la patria”, como las describía la Comandancia de Melilla, son pues vulnerables y el mantenimiento allí de una presencia militar es costoso, sobre todo en tiempos de crisis.
Cuando el primer grupo de subsaharianos se asentó, en agosto, en isla de Tierra, periódicos como As Sabah, de Casablanca, divisaron “nubarrones en las relaciones entre Madrid y Rabat”. Mohamed VI quiso evitarlo y dio su visto bueno a la readmisión en Marruecos de 72 náufragos del islote. Era la segunda vez, desde que se firmó el acuerdo de readmisión hispano-marroquí de 1992, que Rabat aceptaba que le fuera devuelto un contingente de subsaharianos al que expulsó de inmediato a Argelia a través de una frontera teóricamente cerrada desde hace 18 años.
La vida es tediosa en las guarniciones. En 2005 se suspendieron las visitas tras un incidente que acabó en sedición
Con la inmigración, “los islotes marroquíes ocupados se convierten en un problema para España”, titulaba el diario Akhbar al Youm de Casablanca. No lo han sido esta vez porque Marruecos ha echado una mano en los peñones, como lo viene haciendo en Melilla en cuyos alrededores tiene desplegado al Ejército para secundar a la Gendarmería y a las fuerzas auxiliares (antidisturbios).
Pero las autoridades de Marruecos podrían cansarse o querer, en alguna ocasión, desviar la atención de sus problemas internos —el país entra paulatinamente en crisis económica— dejando que surja un conflicto en las plazas de soberanía. Peñones e islotes no pueden ser defendidos sin su colaboración. Es imposible erigir vallas, como en Ceuta y Melilla, y destacar a cientos de guardias civiles para rechazar a los que intenten saltárselas.
“El valor estratégico de los peñones y las Chafarinas es igual a cero”. Un general, que tuvo bajo su mando las llamadas “plazas menores” (en contraposición a las “mayores”, Ceuta y Melilla) se muestra contundente a la hora de valorar el interés militar del rosario de islotes y peñascos que conserva España en el norte de Marruecos. Las minúsculas posesiones no albergan ningún relé ni radar ni sistema de guerra electrónica útil para el despliegue de las Fuerzas Armadas españolas o la vigilancia del norte de África, más allá de los equipos necesarios para asegurar la comunicación con sus guarniciones. En la época de los satélites y los radares aerotransportados no hace falta sentarse en las barbas del vecino para espiarlo.
Eso no quiere decir que los mandos militares sean partidarios de poner fin a una presencia que, en algún caso, se remonta a 500 años, tantos como la españolidad de Melilla. “España no se entrega a trozos”, contesta airado el citado general. Otro, que fue jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, alega que “los peñones son el punto por donde puede saltar la carrera que destroce la media”. En otras palabras, según su razonamiento, “si España los entregase, Marruecos pediría luego Ceuta y Melilla y, si también se las diéramos, reclamaría Canarias”. Por eso, es raro encontrar a un militar que no aplauda la recuperación de Perejil, en 2002, a pesar de que la mayoría de los españoles ignorasen la existencia de este islote y la frase del entonces ministro de Defensa Federico Trillo (“al alba, con fuerte viento grueso de Levante”) suene más ridícula que épica. Ni un paso atrás, por tanto. Las “plazas menores” son la primera línea de defensa.
Y eso a pesar de que ellas mismas son indefendibles. En cada una de las tres guarniciones —islas Chafarinas, peñón de Alhucemas y peñón de Vélez de la Gomera— hay una sección de infantería (entre 25 y 30 militares) a las órdenes de un teniente. Además, cuentan con un equipo de la Compañía de Mar con alguna zódiac para apoyar la llegada de embarcaciones (solo las Chafarinas tienen muelle). Carecen de artillería y los mandos militares prefieren guardar silencio cuando se les pregunta si disponen de algún misil portátil.
Su mayor vulnerabilidad radica en la proximidad de la costa de Marruecos, a la que está unido por un istmo el peñón de Vélez de la Gomera, y en la lejanía de Melilla, de cuya comandancia dependen. Pero esta última carece de medios de transporte para reforzar las guarniciones en caso de emergencia. La Armada retiró hace años el patrullero que destacó en Melilla a raíz de la crisis de Perejil. Un remolcador se desplaza a la zona cada dos meses para trasportar el material pesado o peligroso, como el combustible. Lo mismo sucede con el helicóptero Chinook que cada cuatro o cinco semanas acude desde la base de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET) en Colmenar Viejo (Madrid) para relevar a las tres guarniciones. Se estima que en cada relevo se mueven en torno a ocho toneladas.
Las FAMET tienen un helicóptero Cougar basado permanentemente en Melilla, pero es más pequeño que el Chinook y su misión es realizar evacuaciones médicas y llevar suministros urgentes. Además, para llegar hasta las “plazas menores” la aeronave tiene que sobrevolar suelo marroquí.
No sorprende, por tanto, que el Ejército intente que las tres guarniciones sean lo más autónomas posibles. Disponen de plantas desalinizadoras, grupos electrógenos y una planta fotovoltaica en Chafarinas, así como un botiquín atendido por un enfermero.
La vida es tediosa en las “plazas menores”. Hasta 2005 había visitas regulares de familiares de los mandos e incluso algún campamento de verano. Ese año hubo un verdadero motín en Chafarinas. Hasta 11 soldados fueron encausados por sedición después de que el teniente les castigara por la desaparición del GPS de un visitante. Para cortar de raíz el problema, el comandante general de Melilla ordenó suspender todas las visitas. Ahora solo excepcionalmente consigue un civil permiso para acercarse a zonas que en algún caso, como las Chafarinas, son auténticos paraísos naturales.
El peñón de Vélez de la Gomera, por ejemplo, está junto a una pequeña cala de piedra y un pueblo minúsculo al que solo se puede llegar por mar o por una pista de tierra de 20 kilómetros desde la carretera. Junto a la pequeña playa, por la que pasean gallinas y ovejas, hay algunas barcas de pescadores. A la izquierda se alza el peñón español, de 87 metros sobre el nivel del mar en su punto más alto. Vélez fue una isla, pero está unido a tierra desde 1930, por lo que tiene una frontera terrestre con Marruecos.
Los soldados de Vélez, según la gente del pueblo, tampoco se relacionan con los marroquíes. Como en Chafarinas, y como en Alhucemas, cada uno se queda en su sitio. Fue en este lugar donde, el pasado 29 de agosto, siete activistas marroquíes colocaron cuatro banderas de su país. Las imágenes de lo ocurrido, en las que se podía ver a los militares españoles en pantalón corto y a alguno en chanclas, reflejaban que los militares no tienen mucho que hacer en ese peñón.
“A pesar de que no hay mucha actividad, antes eran destinos que no estaban mal”, recuerda Miguel Ángel Alonso. Él hizo la mili en el peñón en 1984 y pasó allí tres meses. “En esa época éramos en la isla entre 80 y 100 personas. Nos llamaban los de la piedra. Casi todo lo hacíamos por la mañana y después tratábamos de hacer ejercicio por la tarde. Se vivía bien. Había alguno que hacía tonterías, pero sabíamos que no podíamos cruzar a Marruecos, y todos los suministros llegaban de fuera”.
Cada guarnición procede de una unidad del Ejército en Melilla, que suministra los efectivos. Los militares destacados en Chafarinas pertenecen al Tercio Gran Capitán de la Legión; los del peñón de Alhucemas al Regimiento Mixto de Artillería número 32, y los de Vélez de la Gomera al Regimiento de Regulares número 52. Durante el tiempo que están en los peñones o las islas perciben una prima equivalente a la que cobran cuando están de maniobras, pero inferior a la de sus compañeros enviados a Líbano o Afganistán.
¿Es caro mantener las plazas menores de soberanía? Los mandos militares se encojen de hombros. “Es el chocolate del loro. Lo realmente caro es mantener Melilla, que tampoco tiene ningún interés estratégico, al contrario que Ceuta”, responden. Los militares destinados en Melilla cobran más que en la Península, pero su situación no es distinta de la de los médicos, maestros o cualquier otro funcionario.
“Ni se nos pasa por la cabeza”, contesta un miembro del Gobierno cuando se le pregunta por la posibilidad de ceder a Marruecos los peñones y las islas. ¿Y si desaparecieran del mapa como si nunca hubieran existido? “Eso sería otra cosa”. Nadie los echaría de menos.

Los intentos de deshacerse de los enclaves

MARÍA ROSA DE MADARIAGA
Si el año de 1492 marca el final de la presencia política del islam en la península Ibérica, inaugura también un periodo que, como destaca el profesor Pierre Vilar, constituye “una continuación de la Reconquista en África, con un aspecto feudal, militar”. Los ataques de los señores andaluces al otro lado del Estrecho eran auténticas razias para hacerse con un botín y enriquecerse, pero paralelamente había intereses de Estado. Después de la caída de Granada en 1492, muchos musulmanes españoles emigrados se habían refugiado en territorio marroquí y para la monarquía española la necesidad de proteger el sur de España de posibles ataques procedentes del Magreb exigía la posesión de algunas plazas fuertes y de una base de operaciones del otro lado del Estrecho. El gran impulsor de las expediciones en África del Norte fue el cardenal Cisneros, quien equipó a sus expensas barcos y tropas al mando de Pedro Navarro, un aventurero, él mismo antiguo corsario. Sería este quien conquistara el peñón de Vélez de la Gomera en 1508. Los marroquíes lo recuperaron en 1522, para volver a manos españolas en 1564.
A las motivaciones que llevaron a estas conquistas en el litoral norteafricano vino a sumarse en el siglo XVI la aparición del gran corso berberisco, primero con los hermanos Barbarroja y luego con Dragut, apoyado por el Imperio Otomano, que se erigía como nueva potencia islámica en el Mediterráneo.
La predicación contra el islam prosiguió, esta vez contra el Turco, pero detrás de las exhortaciones en nombre de la fe cristiana yacían intereses políticos y económicos: la necesidad de defender el territorio contra toda posible agresión procedente del sur y proteger el comercio marítimo. El pretexto para la ocupación del peñón de Alhucemas el 28 de agosto de 1673 volvía a ser el de que allí encontraban refugio y albergue los corsarios que, en sus correrías e incursiones, atacaban las naves de las naciones cristianas.
Los dos peñones sufrieron ataques continuos de los habitantes de la costa para recuperarlos. Las condiciones de vida eran allí muy duras, llenas de privaciones —falta de agua y escasez de alimentos—, sobre todo en épocas de asedio, y calamidades como las terribles epidemias que diezmaban a las guarniciones y a la población penal. Cuando en el siglo XVIII el corso dejó de ser el principal problema, los peñones pasaron a ser presidios, no solo para criminales, sino también para confinados políticos a lo largo del siglo XIX, ya estuvieran adscritos al campo liberal o al carlista, según las épocas. Particularmente terribles fueron las epidemias de peste en 1743-1744, la de escorbuto en 1799 y la de fiebre amarilla en 1804 y 1821.
Desde mediados del siglo XVIII, los gobernantes españoles empezaron a plantearse la cuestión de si los gastos para el mantenimiento de esos enclaves valían o no la pena y no sería más conveniente abandonarlos. Más que un abandono puro y simple, se trataría de una cesión al sultán a cambio de ciertas ventajas económicas en el Imperio Jerifiano. Esta idea fue rechazada en 1801 por Godoy, para quien la cesión a Marruecos sería contraria a los “intereses de España”. Años después, la Junta Central, por un lado, y José I, por otro, entablaron negociaciones con el sultán para la cesión de ambos peñones, aunque sin llegar a ningún resultado. De nuevo, las Cortes reunidas en Cádiz en 1810 volverían a plantear el tema de la cesión, sin llegar a ponerse de acuerdo al ser muy grande la división de pareceres. El Gobierno liberal (1820-1823), surgido del pronunciamiento de Riego, planteó una vez más el asunto, con cuyo fin dio poderes al cónsul español en Tánger para firmar el tratado de cesión, pero las ventajas económicas otorgadas a España llevaron a Inglaterra a hacer presión sobre el sultán para disuadirlo de aceptar el tratado. En 1861 saldría de nuevo a relucir el tema del abandono o cesión de los dos “presidios menores” por considerarlos completamente inútiles, si bien la idea quedó posteriormente limitada al peñón de Vélez. Por último, el proyecto de abandono de los dos peñones resurgía en 1869 y, a pesar de que la comisión creada para estudiar el asunto dictaminó en sentido favorable, toda una serie de problemas, dificultades y dilaciones hicieron que el proyecto quedara una vez más en suspenso. El tema del abandono o cesión no volvió desde entonces nunca más a plantearse.
Las islas Chafarinas fueron ocupadas en enero de 1848, adelantándose a los planes de ocupación por Francia desde Argelia. El pretexto para ocuparlas fue el de constituir un buen abrigo para los barcos y poseer una excelente ubicación estratégica frente a la frontera argelino-marroquí. Lo mismo que los dos peñones, las Chafarinas fueron en su día presidio para delincuentes y confinados políticos.
Hoy día, las circunstancias han cambiado y resulta difícil creer que estos enclaves puedan representar una protección frente a la eventualidad de un peligro. Quizá haya llegado el momento de volver a plantearse hasta qué punto vale la pena conservar esos vestigios de un pasado ya caduco.
María Rosa de Madariaga es historiadora, especialista en las relaciones entre España y Marruecos.
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jueves, 6 de septiembre de 2012

Entrega de trofeos de los campeonatos de voley-playa 2012, celbrado en la caseta Global Center de la feria

Entrega de trofeo voleyplaya 2012.Melilla
Este año se decanto por celebrar el acto durante las fiestas locales, el cual tuvo lugar en la Caseta de Global Center sita en el recinto ferial.
La entrega estuvo dirigida por Morad Ahmed, directivo de la Federación Territorial, quien mediante la megafonía abrío el acto agradeciendo la presencia del Sr Consejero de Fomento, Juventud y Deporte, D. Miguel Marín, a continuación se inición la gala haciendo un pequeño homenaje a las jugadoras infantiles, que han hecho historia en el Voley-playa infantil femenino, al quedar subcampeonas de España en el campeonato nacional de voley-playa, celebrado en valencia, posteriormente se procedió a entregar los trofeos a los campeones en los diferentes torneos.
actodeentregadetrofeosdeloscampeonatosdevoleyplaya
Jugadoras Infantiles que han recibido el homenaje.
- Imen Hamed
- Almudena Martin
- Marina Rodriguez
Hace entrega el Sr Consejero de Fomento, Juventud y Deporte, D. Miguel Marín
Torneo Femenino
3º Rosa Amparo y María Romero. Hace entrega D.Yusef Mimón Gerente de Global Center.
2º Iman Mohamed y Ana Mar Ramírez. Hace entrega D.Salim Abdelkader Presidente de la Federación Melillense de Voleibol.
1º Almudena Martín y Lucía Buendía. Hace entrega D. Miguel Marín Consejero de Fomento, Juventud y Deporte.
Torneo Mixto
3º Lucía Buendía y Faisal Mohamed. Hace entrega D. Emilio Buendía Vocal del Club Voleibol Melilla.
2º Almudena Martín y Mikael Tahiri. Hace entrega D.Salim Abdelkader Presidente de la Federación Melillense de Voleibol.
1º Ana Mar Ramírez y Manuel Asensio. Hace entrega D. Miguel Marín Consejero de Fomento, Juventud y Deporte.
Torneo Masculino
3º Francisco Alcober y Jorge Luis Sánchez. Hace entrega D. Javier Marty Presidente del Colegio Territorial de Árbitros.
2º Faisal Mohamed y Mustafa El Founti. Hace entrega D.Salim Abdelkader Presidente de la Federación Melillense de Voleibol.
1º Roberto Moronta y Mousa Boumadan. Hace entrega D. Miguel Marín Consejero de Fomento, Juventud y Deporte.
El acto concluyo con unas palabras del consejero en las cuales felicitó a los ganadores, reconoción la buena labor realizada por la Federación Territorial y sus componenetes y prometió que la Ciudad Autónoma seguiría trabajando igual en pro del deporte melillense y por último se cerró con una foto de familia.

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lunes, 3 de septiembre de 2012

Final del torneo territorial de vóley playa


recepción de Faisal Mohamed
El fin de semana 25 y 26 de Agosto, la playa San Lorenzo a sido testigo de la fase final del torneo  territorial de vóley playa. 16 parejas participaron en el evento ofreciendo un altísimo nivel y jugándose una plaza para el Campeonato de España de Vóley Playa que se celebrará en Cantabria.
moronta-boumadan
La dupla Roberto Moronta - Mousa Boumadan  venció en la gran final a Faisal Mohamed- Mustafa El Founti   por 2-0 (21-19, 21-17). Previamente, la escuadra de Moronta- Boumadan  había superado a Alcober-Sanchez  en semifinales en un disputado encuentro (2-1; 21-18, 19-21, 15-10) que no se resolvió hasta la muerte súbita, y se confirmó como gran dominador del igualado campeonato. Por su parte, la joven pareja  Mohamed- El Founti , que consigue así la medalla de plata, se había impuesto en semifinales a Asencio-Morabet  también en el tie-break (2-1; 21-16, 18-21, 15-11).
Sanchez-Alcober
 En la final de consolación, El tercer puesto del podio fue para Alcober- Sánchez, que batió en la final de consolación a Asencio- Morabet  en un intensísimo encuentro 2-1 (21-18, 18-21, 15-12). La mayor fortuna y la mejor finalización de set de la veterana pareja  propició que la escuadra doblegase a Asencio- Morabet in extremis, haciéndose de esta forma con el derecho de escalar al tercer cajón del podio final.
ataque Moronta
De esta manera se cierra el torneo territorial con mas nivel de los últimos años, las mejores parejas de Melilla se dieron cita en este evento, parejas como los hermanos Samir Dris- Naoufel Dris  (Campeón en varias ocasiones del circuito de vóley playa Madrid) y los subcampeones del vóley playa Melilla 2011, Selim Mohamed- Mohamed Kadour  que cayeron en cuartos de final.
asencio- morabet
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