martes, 3 de agosto de 2010

Arte, tradición, protección o violencia

Este pasado Miércoles el Parlamento catalán aprobó la ILP que prohíbe las corridas de toros en el territorio catalán, efectiva a partir de Enero del 2.012. La prensa internacional ha estado expectante y se hecho eco de ello leyendo un choque de identidades entre España y Cataluña, en este contexto próximo de desafección y lectura política que permanece en el fondo y piel se quiera o no verlo.
Canarias ya en 1.991 aprobó una Ley de protección animal que tendría como primera consecuencia una prohibición de las corridas en sociedad nada receptiva a ello, por falta de tradición y puede que mayor conciencia protectora, no viendo arte, no siendo tradición y sí violencia y ausencia de taurófilos.
Ahora ha sido Cataluña donde la Plataforma ciudadana “Prou” con sus 180.000 firmas de adhesión consiguieron la iniciativa legislativa popular haya sido debatida y aprobada a su favor. Se esperaba, el ambiente estaba caldeado y ahora vienen las reacciones de todo signo, destacando las políticas conservadoras que ven en peligro la fiesta nacional y unitaria en una España plural y de la que formamos parte también, aquellos que no somos seguidores del circo romano en el siglo XXI. Ahora ya somos separatistas catalanes también, los que no compartimos y vemos arte en el ARTE de Cúchares, Pepe-Hillo, Pedro Romero, Frascuelo, Paquiro, Lagartijo, sin citar a los coetáneos del tocado espectáculo, mundillo económico e intereses.
Soy receptivo a entender al torero sin huevos de Querétaro ( México ) y que con su corte de coleta haya decidido seguir estudiando arquitectura, no como otros compatriotas que movidos por su sensibilidad y fino arte lo lancearían en caliente, que le vamos a hacer cada uno ve las cosas desde su prisma, sintiendo sin euforia complementaria vinatera algo más que la plasticidad y colorido en un foso que concede pitos y aplausos, orejas y rabos, avisos y chicuelinas, de un astado que está condenado a sufrir por mucha adrenalina que corra por sus venas, para júbilo de los entendidos.
Admirando como admiro a Lorca, a Ortega y Gasset, a Miró, a tantos, no comparto su visión historicista de una España ligada de por siempre al toro, de Osborne o sin Osborne con más o menos huevos de autopista. Las sociedades tienen todo su derecho a ir definiendo su identidad, su conciencia y quien se quede en minoría puede hacer turismo nacional sin fronteras, costearse sus anhelos y apetencias en zonas no prohibitivas que siguen aspirando a la consideración de fiesta nacional y bien cultural, donde así lo quieran hacer servir. Hay gusto para todo pero que no sean los administradores del erario público de “todos” los que insuflen millonadas y subvenciones en lo que no es para muchos, pedagogía de respeto y sentido proteccionista, léase otra forma de entender y aplicar lo humano y ser consecuente con uno mismo.
Hay mucha hipocresía y ambigüedad en el ambiente y mundillo del café, copa y puro de opinión. A ellos, a los taurinos con respeto forzado les plantearía definieran los valores del ancestral Toro de la Vega, lanceado en Tordesillas para deleite de las huestes y caballistas populares de rancio abolengo; que me convenciesen del arte de las becerradas de Algemesí donde los cachorros son motivo de una brutal carnicería; de los correbous de cuernos entorchados que tanto agradan a Camps, Don Francisco, de tanto espectáculo de muerte violenta, indigna en estos tiempos , porque no de cambio y superadores de la España profunda y planteamientos cavernarios. Lo expreso siendo y pidiendo tolerancia , protegido por los Derechos de la especie que me ha tocado vivir en esta Madre Naturaleza, tantas veces tan irracional e inmovilista.
Arte o sadismo, crueldad o poderío, no me siento capacitado para ahondar en este par de disyuntivas, pero sin hacer seguimiento del poeta Flaubert, lo expresado lo es desde la dualidad única de cabeza, sentimientos y corazón, siéndome inaccesible desdoblar el resultado. Uno responde a situaciones, siendo responsablemente consciente de lo que es, ama, denosta o siente.
Nuevos tiempos, nuevas situaciones tras un descanso estival reconfortante. Nos incorporamos a la movida. ¿Me darán la bienvenida, seré bien hallado?
Por cierto, tampoco me gustan las peleas de gallos, perros o caza británica del zorro, a cargo de sires y desalmados, tradiciones de antes y modus vivendi de ahora, ¿permisible o abominable?
Pedro Gallardo
Ciudadano

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