sábado, 19 de junio de 2010

A Saramago en su día de tránsito

Te ha llevado o liberado tu protagonista letal, la dama de negro visitadora y liberadora de sufrimientos de la carne Tú, José le habrás reconocido su valor y habrás sonreído con tranquilidad y sosiego, acabándose los tratamientos de esa lacra leucémica, cambiando el paso señorial y libertario, dejándonos tu legado realista de un mundo de pesar, defectos y falso e inestable caminar incierto.
Comenzaste a destacar en tu tierra portuguesa tarde, pero has dado tanto y bueno...
Desde la balsa de piedra al Evangelio según Jesucristo, el Ensayo de la ceguera y tu visión precisa y decadente de este mundo, la intermitencia de la muerte que a tí te ha dejado fenecer dejándose en el olvido ese ramo de rosas rojas que tanto te agradaban, tu cuento inédito de la isla desconocida en el cosmos de tu interior, admirado Saramago, tanto y tanto.

Estoy seguro de que:

Si hay cielo harás la revolución

con fondo fado de Amalia o folía afortunada

Si hay otros mundos, predicarás que en éste

fuiste cerebral pesimista, ibérico comunista

libertario comprometido y no creyente

proyectado hijo de campesinos, cercano

nada ausente

Si hay justicia universal la muerte te ha dejado envejecer

rejuveneciendo tus ideas, frescas, profundas, candentes

tan vitales como la dulce amargura desolada e intermitente

dejando que te asientes esparcido en tu isla, tu isla canaria

Deja en tu viaje que el Maestro te cuente tu evangelio social

descansa en paz, hombre único, hasta siempre Saramago.

Cuanta razón en aquella conferencia 2.004 en tierras de buen vino riojano, cuando nos mostrabas con maestría y lucidez atemperada, el valor de la libertad de conciencia y pensamiento, su necesidad para autodefendernos de las verdades únicas publicitadas del sistema y sus acólitos benestantes. Cuánta pasión en mostrarnos un Dios alejado de su propia creación, incapaz de compadecerse con las injurias y penurias de millones de seres, entelequia interesada y miedo histórico al que no sigue el guión preestablecido que tantas veces rompiste, abominaste, ridiculizaste con elegancia sin igual.
Se evade, han pasado horas y ya...ya te echamos de menos, universal escritor reconocido, un abrazo llorado, un vale la pena haberte leído . La gente de izquierda real, honesta siempre estará con tu obra, aunque ahora y en caliente se apunten al carro, tanto indecente.
Hipocresía cantada, tantas veces criticada por tu pluma y voz, acomodados en un mundo a su manera y a combatir sin espera. Seguiremos en la contienda ideológica y en ella siempre te encontraremos, querido José, campesino frustrado.
Artículo: Pedro Gallardo,
Ciudadano
Foto: espectadores.net

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