Madrid y París secundan a Rabat que, por primera vez, se enfrenta a Washington
Movilización general en Marruecos para expresar el rechazo de la propuesta norteamericana
IGNACIO CEMBRERO / MIGUEL GONZÁLEZ Marsella / Madrid 20 ABR 2013 - 21:17 CET230
Nunca, en sus 57 años de independencia, Estados Unidos había puesto en apuros a Marruecos, su tradicional aliado magrebí, hasta que la semana pasada la embajadora norteamericana ante la ONU, Susan Rice, presentó un proyecto de resolución sobre el Sáhara. Este prevé ampliar el mandato de la MINURSO, el contingente de cascos azules allí desplegados, para que se encargue también de la vigilancia de los derechos humanos en la antigua colonia española y en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia) que regenta el Frente Polisario.
Pero ante este inesperado desafío estadounidense, Marruecos ha encontrado dos aliados: España y Francia, las dos potencias que colonizaron el país hasta 1956. A diferencia de otras capitales implicadas, Madrid guarda silencio sobre este asunto, pero en el seno del Grupo de Amigos del Sáhara en la ONU, del que forma parte, ha dejado claro que la propuesta de EE UU es “inviable”.
España no pertenece al Consejo de Seguridad, que votará a fin de mes sobre el proyecto estadounidense, pero sí a ese grupo del que forman parte todos los miembros permanentes del máximo órgano de la ONU. Fue el foro elegido por Washington para dar a conocer su iniciativa que ha sido aplaudida por las más prestigiosas ONG de derechos humanos como Human Rights Watch, Amnistía Internacional y la Fundación Robert Kennedy.
Antes de iniciar su gira por Oriente Próximo, García-Margallo recibió a Kerry Kennedy, presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre, asesinado en 1968, y que trata desde hace años de persuadir a la Administración demócrata de EE UU de que defienda los derechos humanos en el Sáhara.
A ojos de la diplomacia española, la MINURSO, que es la única misión de paz que carece de cometido en materia de derechos humanos, se sustenta en el Capítulo VI de la Carta de la ONU. No se puede, por tanto, recurrir al uso de la fuerza para imponer a Rabat algo que rechaza. Con ese argumento jurídico se quiere evitar poner en aprietos a Marruecos.
El ministro español José Manuel García-Margallo es partidario de buscar fórmulas alternativas a la propuesta de EE UU como encargar al alto comisionado de la ONU para los Refugiados –no a la alta comisionada para los Derechos Humanos- que designe a un enviado para supervisar la conducta de las fuerzas de seguridad.
París trabaja, por su parte, para modificar –“edulcorar”, matizan las ONG de derechos humanos- el proyecto estadounidense, según fuentes diplomáticas francesas. Como la negociación está en curso “no estamos en condiciones hoy de decir si vamos a votar a favor o en contra”, declaró, el viernes, Philippe Lalliot, portavoz del Ministerio de Exteriores francés. Es muy improbable que llegue a vetar la resolución.
Su presentación ha convulsionado a Marruecos donde, desde que el palacio real tocó arrebato el martes, se suceden comunicados y declaraciones de miembros del Gobierno, partidos, grupos parlamentarios, sindicatos y hasta de nueve ONG –incluida la Organización Marroquí de Derechos Humanos, afín a los socialistas- que objetan la “intromisión en la soberanía” del reino. Mañana domingo está prevista una gran manifestación en Casablanca.
Para intentar parar el golpe el rey Mohamed VI ha enviado a un triunvirato -compuesto por su consejero, Taieb Fassi-Fihri, el jefe del espionaje exterior, Yassin Mansouri, y el ministro de Exteriores, Saaedine el Othmani- a Londres, Pekín y ahora a Moscú donde defienden la posición marroquí.
El monarca manifestó también su descontento con la iniciativa de Washington ordenando la cancelación de las maniobras militares conjuntas con EE UU African Lion previstas para fin de mes en la zona de Tan Tan. Los 1.400 marines que participaban en ellas ya habían desembarcado, junto con su material, en Agadir.
La única voz discordante en Marruecos es la de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) que aprueba la propuesta. Khadiya Ryadi, su presidenta saliente, se preguntó por qué Rabat podía aceptar que el relator de la ONU sobre la tortura, Juan Méndez, visitase el Sáhara y resaltase el empleo frecuente de este método, con los detenidos saharauis independentistas e islamistas, y rechazaba que la MINURSO pudiese supervisar los derechos humanos.
Ali Anouzla, director de la publicación digital Lakome, también señala en un editorial que si los refugiados saharauis están realmente “secuestrados” en Tinduf por el Frente Polisario, la ampliación de las competencias de la MINURSO es la oportunidad de demostrarlo y, acaso, de ponerles a salvo.
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