lunes, 8 de abril de 2013

'Yihad' feminista en 'topless'

Feministas árabes y europeas reivindican, exhibiendo sus senos, que la tunecina Amina deje de estar secuestrada por posar en Facebook desnuda de cintura para arriba

Activistas de Femen protestan en el consulado de Túnez en Milán. / ALESSANDRO GAROFALO
 “¡Nuestros senos pueden más que vuestras piedras!”, gritaban, el jueves, un puñado de mujeres exhibiendo sus pechos ante algunas embajadas de Túnez en Europa y ante algunas mezquitas como la de Bras en Sao Paulo (Brasil). Con su “yihad en topless”, como lo describían algunas, replicaban a la amenaza anónima de aquellos, probablemente salafistas, que habían pirateado las webs del movimiento feminista Femen escribiendo: “Os cortaremos las mamas y las daremos a nuestros perros para que las coman”. Otros ataques informáticos, más benignos, como el que padeció la página de Facebook de la rama tunecina de Femen, consistieron en sustituir las reivindicaciones feministas por versículos del Corán e imágenes de la peregrinación a La Meca.
Hace ya tres semanas que estalló la guerra, por ahora sobre todo virtual pero salpicada con algún forcejeo, entre feministas occidentales, y también algunas valientes árabes, por un lado, y los islamistas radicales que cuentan en sus filas a algunas mujeres.
Fue Amina Tyler, tunecina de de 19 años, la que desencadenó las hostilidades. El 1 de marzo se exhibió fumando y desnuda, de cintura para arriba, en su página de Facebook y con la siguiente frase escrita en árabe en sobre su tórax: “Mi cuerpo me pertenece y no representa el honor de nadie”. Amina osó además dejarse entrevistar, eso sí ya con el rostro pixelado por seguridad, por Ettounsiya TV.
Contó ante las cámaras las amenazas de muerte que había recibido, su reciente encuentro en París con las fundadoras ucranianas de Femen y el objetivo que perseguía: “protestar contra la situación de la mujer en el mundo árabe”. Sin su desnudez parcial su mensaje no habría tenido tanto eco, recalcó.
La fotografía polémica de Amina Tyler.
Más que eco provocó la ira de los islamistas radicales como el ulema tunecino Adel Almi que propugnó, para empezar, que Amina fuese “azotada cien veces”. Después, “debido a la gravedad de su pecado, merece ser lapidada hasta la muerte”. El ulema expuso sus tesis en Ettounsiya TV, pero rehusó sentarse donde lo hizo Amina porque la butaca era “impura”. Mujeres con un merohiyab (pañuelo) o con niqab, es decir el velo negro que cubre el cabello y el rostro, colgaron también sus fotos en la red social junto con un letrero en el que se podía leer: “Mi cuerpo es propiedad de Alá”.
Aunque el partido islamista moderado Ennahda ganó las elecciones en 2011, Túnez es, de todos los países que han pasado por la llamada “primavera árabe”, aquel en el que los laicos tienen más peso. Pero apenas se solidarizaron, en un primer momento, con una joven de la que decían que había “ido demasiado lejos” con su provocación o que “no era esa la mejor manera de defender sus ideas”.
Amina desapareció a mediados de marzo. La introdujeron probablemente a la fuerza en un coche en el centro de Túnez y la trasladaron a una remota aldea. Su tía reivindicó después, en un vídeo, el secuestro de la sobrina por la familia. La retendrán, dijo, hasta que deje de estar loca. Las secciones de Femen en Kiev y París perdieron el contacto telefónico que mantenían a diario con la joven.
Femen se movilizó. Convocó, el jueves pasado, sus concentraciones ante embajadas tunecinas y mezquitas en Europa y en América para exigir la libertad para Amina. Pero la novedad es que un puñado de mujeres árabes salió en apoyo de Amina posando también con los senos al aire, pero con el rostro, a veces, tapado por miedo a las represalias
Algunas, como la actriz marroquí Lubna Azabal o la cineasta tunecina Nadia el Fani, lo hicieron incluso a cara descubierta. El Fani ha sido ya tantas veces condenada a muerte por los extremistas… Otras, por último, más púdicas o más cautas, como la economista tunecina Monia Sanekli, escriben tribunas en la que resaltan que Amina “tiene más moralidad que cualquier otra mujer que se disfraza con un niqab o que apoya al poder”.
En Túnez, Egipto, Libia etcétera la “primavera árabe” ha supuesto una explosión de libertades que aprovechan ahora las feministas para defenderse de los embates islamistas. Aunque, jurídicamente, la mujer goza en Túnez de la misma situación ventajosa –la mejor del mundo árabe- que antes del derrocamiento de la dictadura, los salafistas y Ennahda, el principal partido de la coalición de Gobierno, presionan para que se recorten sus derechos.
Ennahda trató, por ejemplo, en agosto, que en la nueva Constitución la mujer fuese considerada como “complementaria” del hombre y no su alter ego, pero fracasó. Ahora la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas teme que se intente suprimir el derecho al aborto. La presión social en la calle, en los lugares públicos les obliga además a vestir con más recato. Pero, a diferencia de los tiempos de la dictadura, las mujeres pueden defenderse y hasta provocar para luchar por sus derechos. Es lo que hizo Amina y, pese a que exhibir los senos, está tipificado en el código penal como un “escándalo público”, la fiscalía de Túnez no la ha perseguido
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