Cada vez son más los melillenses que, cansados de la rutina diaria, deciden evadirse en playas como las de Samma. A apenas 45 minutos de la frontera de Melilla, este espacio natural se extiende a lo largo de unos seis kilómetros, es una playa abiertas al mar, aguas limpias y transparentes, pequeñas dunas cubiertas de maleza y sobre todo silencio y tranquilidad. Esta es la costas de Samma, donde cada fin de semana cientos de españoles se adentran provistos de todo tipo de vehículos para disfrutar de la naturaleza.
No es raro encontrarse algún esqueleto como el de la foto o el de un delfín que va a parar en ese paradisíaco lugar, y que nadie retira hasta que la naturaleza lo hace desaparecer con el tiempo.
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