Los independentistas arremeten contra Rabat y la ONU por no permitir la supervisión del respeto a los derechos humanos
La llegada de observadores o de periodistas extranjeros anima a los independentistas saharauis a echarse a la calle para reivindicar la autodeterminación de la antigua colonia española. Su presencia les proporciona cierta sensación de impunidad temporal ante las fuerzas del orden marroquíes. Por eso la manifestación que tuvo lugar el sábado en El Aaiún, la capital del Sáhara Occidental, fue de las más numerosas. “No se había visto nada semejante desde el año del abandono español de la colonia”, asegura Hamad Hamad, un célebre activista saharaui.
“Miles de personas” se concentraron, según él, en la céntrica avenida Smara de esa ciudad de 190.000 habitantes en la que los saharauis son minoría. A juzgar por los vídeos allí grabados la cifra puede ser exagerada, pero la manifestación era desde luego más numerosa que los saltos de protesta que los independentistas dan desde el 25 de abril en las principales ciudades del Sáhara.
Convocada a través de las redes sociales, la manifestación coincidió con la estancia de seis periodistas, todas ellas mujeres, corresponsales de prensa norteamericanas y británicas. El viaje estaba organizado por la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios de Comunicación. Su presencia en la calle retrasó, según Hamad, las cargas policiales hasta que se marcharon para entrevistarse con el Gobernador Civil, Khalil Dkhil.
A los eslóganes a favor de la autodeterminación del Sáhara y contra Marruecos, a las banderas de la República Árabe Saharaui Democrática –la entidad creada por el Frente Polisario- se añadieron esta vez algunos estandartes de Estados Unidos en agradecimiento por la iniciativa de su embajadora ante la ONU, Susan Rice.
Esta presentó, a mediados de mayo, un proyecto de resolución que ampliaba el mandato de la Minurso, el contingente de la ONU desplegado en el Sáhara, para que pudiese supervisar el respeto de los derechos humanos en el territorio bajo la autoridad de Rabat y también en la franja que controla el independentista Frente Polisario así como en los campamentos de refugiados de Tinduf.
El tajante rechazo de Marruecos, respaldado abiertamente por Francia y, con discreción, por España y Rusia, obligó a EE UU a renunciar a su propuesta. La resolución que se aprobó el 25 de mayo recalca la necesidad de respetar los derechos humanos, pero no instaura ningún mecanismo para vigilar su cumplimiento. La Minurso sigue siendo la única misión de paz de la ONU que carece de competencias en esa materia. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha pedido la comparecencia del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, en el Congreso de los Diputados para que explique el papel de España en este asunto.
Desde grupos independentistas se han echado a la calle casi a diario, pero sus concentraciones han sido disueltas con contundencia por la policía y las fuerzas auxiliares (antidisturbios). El jefe superior de policía de El Aaiún, Abdelbasset Mahtat, justificó, el 1 de mayo, las cargas porque los manifestantes están “a sueldo de partes extranjeras [Argelia]” y enarbolan “banderas que simbolizan una entidad fantoche [RASD] y profieren eslóganes antimarroquíes”.
Mahdat aseguró que 70 agentes habían resultado heridos y 11 vehículos policiales dañados, sobre todo a causa del lanzamiento de piedras, y la televisión mostró a algunos de ellos vendados en el hospital militar de El Aaiún. No dio cifras de heridos entre los manifestantes.
El jefe policial no lo dijo, pero bajo cuerda las autoridades marroquíes reconocen que la aceptación de visitas de delegaciones extranjeras les plantea un auténtico dilema. Por un lado, señalan, quieren acogerlas porque no tienen nada que esconder, pero, por otro, saben que su llegada lleva aparejada disturbios callejeros.
Los independentistas no tienen, sin embargo, el monopolio de tirar pedruscos. La policía apedreó, el 30 de abril por la noche, el domicilio de la activista Sultana Khaya en Cabo Bujador, según muestra un vídeodifundido por los independentistas. Dos investigadoras de Amnistía Internacional (AI) que estuvieron, a finales de abril, en El Aaiún afirmaron que las fuerzas del orden lanzaban piedras.
AI todavía no han puesto por escrito las conclusiones de su visita al Sáhara, pero la que sí ha redactado un informe es la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). Critica con dureza la actuación de los antidisturbios. Son “acusaciones (…) sin fundamento”, según el Ministerio del Interior marroquí.
Aunque la policía marroquí no ha practicado detenciones para no incrementar la tensión, la represión ha debido de ser enérgica. Prueba de ello es que Philippe Lalliot, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores francés, recordó, el 29 de abril, el apego de Francia “al derecho a manifestarse pacíficamente”. Lamentó “la violencia que se saldó con varios heridos”, en una velada crítica a la actuación policial marroquí.
El éxito de Marruecos en la ONU ha reactivado el nacionalismo del Istiqlal, el segundo partido de Marruecos y socio de los islamistas moderados en la coalición gubernamental. Su secretario general, Hamid Chabat, anunció en un mitin del 1 de mayo que iba a pedir al Gobierno que recupere “el territorio marroquí usurpado” por Argelia, es decir, ciudades como Bechar, Elknadssa y Tinduf.
A lo largo de esta semana se han producido también disturbios en Sidi Ifni, un enclave que España descolonizó en 1969. La protesta era de índole social y, al disolvieron, ocho agentes de las fuerzas del orden resultaron heridos, según el Ministerio del Interior.
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