
Su última actividad laboral fue en tierras onubenses, en Lepe, recogiendo fresas, donde se presentó como mudito rumano, me confiesa sin papeles. Y yo, incrédulo, le escucho e invito a una copa de aguardiante achinchonado y seco, paloma blanca de libertad, aligerado por el insípido elemento, incoloro y con olor y resabio a fondo de cristal, por repetido.

Habla de política a su manera, es crítico, nada intrascendente, ambiguo, difuso, a veces clarividente. Es un poti poti de derechas y libertad, de injusticia y “sus derechos”, no respetados y a respetar. Se lamenta de que unos tengan tanto y sin ganarlo, cuestionada su dignidad cuando el hambre y las necesidades aprietan. Al final, que si vota lo hace al que le de, que tiene que asegurar la manduca, aunque más de una noche contemple las estrellas, por obligación y cogorza de ida y vuelta, superable, repetida por falta de aliciente, quejas y evasión de esta cruda realidad.
Me ha ofrecido todo serio una botella de vino de Jumilla descorchada, faltándole un dedo. Y ante mi sorpresa de que el producto estaba desvirgado, me responde:
Apreciado señor, no querrá que le de algo no propio y adecuado, primero lo pruebo para garantizar y dar solidario testimonio. Me ha impactado, me ha llegado, optando por un euro arrinconado en el bolsilllo del casi gabán, a cambio de “Violet incense”, de la India india, en lote de procedencia “caducada”, pero que transmite sensaciones sensitivas olfativas , por inspiración próxima, acompañada en este instante de stop dáctil, en cambio de fondo musical, Karunesh relajado.
He quedado en que me lave el coche este próximo Lunes, habiéndome garantizado la labor cien por cien, mil por mil, y si no lo creo que le pregunte a un Hassan desconocido, calmándolo con un sí y no hay problemas, estableciendo el pacto de reciprocidad convenida. Ha sonreído y se ha despedido, siguiendo el itinerario rutinario de otras boticas, donde expresar su personalidad, sus vivencias, picaresca fácil y el que la vida siga, hasta no se sabe cuando.
Fuentes fidedignas en el momento de su nerviosa despedida me han comentado, que no se llama José, que nunca ha estado en Lepe, lo más lejos Mariguari comprando algo de copto , que es un cuentamañanas, aunque nada violento, un talento nadando en las miserias. Pero yo le he dado credibilidad y asentimiento durante unos instantes compartidos, y no me pesa. Y vuelvo a encender y a olorar, el incienso, en un próximo Lunes donde sellar el pacto convenido. Total, es cuestión de horas... a su, a nuestra salud. Me ha resultado ser, un personaje, “especial”. Gracias Rambo, por tus vivencias expresadas, sueño, fantasía o estratégica connivencia con la realidad, que malvives y afrontas con tu peculiaridad e irrepetible forma de ser. Un placer expresado a compartir, nada televisivo. Y si llega el mensaje, llega y misión cumplida.
Pedro Gallardo, Ciudadano
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